IA: Una explicación sencilla
Si bien los detalles varían según las diferentes técnicas de IA, el principio central gira en torno a los datos. Los sistemas de IA aprenden y mejoran a través de la exposición a grandes cantidades de datos, lo que permite identificar patrones y relaciones que las personas pueden pasar por alto.
Este proceso de aprendizaje suele implicar algoritmos, que son conjuntos de reglas o instrucciones que guían el análisis y la toma de decisiones de la IA. En el aprendizaje automático, un subconjunto popular de la IA, los algoritmos se entrenan con datos etiquetados o no etiquetados para hacer predicciones o categorizar información.
El aprendizaje profundo, una especialización adicional, utiliza redes neuronales artificiales con varias capas para procesar información, imitando la estructura y la función del cerebro humano. A través del aprendizaje y la adaptación continuos, los sistemas de IA se vuelven cada vez más hábiles en la realización de tareas específicas, desde el reconocimiento de imágenes hasta la traducción de idiomas y más.
¿Cómo ha evolucionado?
La forma en que interactuamos con los ordenadores ha evolucionado significativamente con el tiempo. Al principio, era necesario escribirles instrucciones simples para que ejecutaran una acción. Más adelante, estos sistemas comenzaron a aceptar cadenas de comandos más complejas, y eventualmente dieron paso a asistentes virtuales con los que podíamos comunicarnos mediante voz o texto de forma sencilla.
El problema con asistentes como Siri o Google Assistant es que, en muchos casos, somos nosotros quienes debemos adaptarnos a ellos. Tenemos que formular nuestras solicitudes de una manera específica para que puedan entenderlas correctamente, y aprender cómo interpretan la información para que nuestras peticiones sean efectivas.
Con la inteligencia artificial, ocurre lo contrario: son los ordenadores los que se adaptan a nosotros. Comprenden nuestro lenguaje natural, tanto escrito como hablado, y generan respuestas similares a las que daría una persona. En lugar de que los usuarios se ajusten a la tecnología, es la tecnología la que se ajusta a nosotros.
